Sobre la apropiación cultural

Sobre la apropiación cultural

Entre todos los post que he escrito, que ya son unos cuantos, este es el que más me ha costado, con mucha diferencia. Espero de verdad que lo encontréis interesante y lleguéis hasta el final.

En los últimos dos o tres años he leído bastante sobre el concepto de apropiación cultural. Es un tema que ha surgido tanto en el mundo del Lindy Hop y del Blues Dancing como en el mundo de la música pop. Así tenemos el caso de Rosalía y su presunta apropiación de los símbolos y de la música de los gitanos: el flamenco.

Como profesor de Lindy, yo también empecé a hacerme preguntas. No quería ni quiero estar difundiendo esta forma artística de una manera inadecuada, ni me gustaría actuar o decir cosas que pudieran ser ofensivas para personas pertenecientes a la comunidad Africano-americana. Últimamente he podido observar que actuaciones de una profesora internacional disfrazada de negro, o la representación de Frankie Manning en una localidad española como “cabezudo” han generado críticas muy intensa. ¿Son proporcionadas? ¿Estoy poniendo de mi parte para que esto no suceda?

Lo primero que hice, por supuesto, es acudir a internet. ¿qué es apropiación cultural?

Apropiación cultural es el uso inapropiado o no reconocido de usos, costumbres, prácticas o ideas de personas o de culturas por parte de personas o miembros de una cultura más dominante.

En el ejemplo de Rosalía, ella mezcla el flamenco con música rap y otras tendencias modernas. Sus fans consideran que lo hace desde un conocimiento profundo de la cultura gitana. Esta situación no es nueva. A principios del siglo XX, García Lorca se convirtió en el gran embajador de la cultura gitana en el mundo. Sin embargo, él no era gitano. Lorca comparaba a los gitanos con los africano-americanos: dos razas sin privilegios que han sufrido mucho en el pasado y aún continúan, de alguna manera, marginadas. Es muy difícil comparar las circunstancias alrededor de los gitanos en España y de los africanos-americanos, pero a mí me hizo entender un poco más y empatizar con la situación actual en Estados Unidos, dado que en España, no tenemos la misma realidad racial que en Estados Unidos.

 

Federico García Lorca en Nueva York

 

Así, me dispuse a leer todo lo que pude sobre la situación de la comunidad africana-americana en los últimos dos siglos. El Jazz, el Blues y el Swing aparecieron al final del Siglo XIX y a principios del Siglo XX. En esa época, los africanos-americanos venían de un periodo en el que en los estados del sur de Estados Unidos eran considerados poco más que animales de tiro y estaban esclavizados por parte de la población blanca. Durante los años 30 y 40, décadas después de la abolición de la esclavitud, ser negro equivalía a tener prohibida la entrada en muchos lugares, incluyendo restaurantes, hoteles y teatros a lo largo y ancho de todo el país. Se tenían que sentar en la parte de atrás de los autobuses y por supuesto sus oportunidades estaban muy limitadas, en comparación con los ciudadanos blancos. Los africano-americanos (no uso el término “afroamericano” porque no se comenzó a usar hasta los años 80) eran ciudadanos de tercera clase. La segregación, asegurada con las leyes de Jim Crow, y su lema “separados pero iguales” duró hasta mediados de los años 60 y en la práctica, hasta los 70. Incluso hoy día se puede comprobar que los estadounidenses de raza negra aún no tienen las mismas oportunidades. El nivel de exclusión social, pobreza y los índices de criminalidad son mucho más altos que en la población blanca, y la brutalidad policial contra los africano-americanos sale un día si y otro también en las noticias. Todo esto me avergüenza como ser humano.

 

 

En relación con el Jazz, el Blues y el Swing, desde el final del Siglo XIX, muchos africanos-americanos  eran obligados a vestir como gente primitiva o como animales para espectáculos creados para el entretenimiento de personas blancas. Eran los llamados Minstrel Shows y en ellos se burlaban de los estereotipos negativos de los africano-americanos, una minoría racial que estaba luchando por recobrar sus derechos tras siglos de esclavitud. El Cakewalk era un baile que se hizo muy popular a principios del Siglo XX. El término viene de que durante la época de la esclavitud se hacían competiciones entre las plantaciones. Los esclavos bailaban imitando los movimientos de los blancos. El premio para la plantación vencedora era un pastel para el dueño. Los esclavos, si tenían suerte, podían llegar a recibir un trozo. Por otro lado, los espectáculos con personas blancas con la cara pintada de negro (blackface) e imitando de forma negativa a los africano-americanos eran comunes e incluso inundaron las pantallas de cine de la primera mitad del Siglo XX.

 

Más tarde, durante los años 20 y 30, bailarines y músicos africano-americanos solían actuar en clubs para un público blanco. Los negros no podían asistir como espectadores. Por ejemplo, en el famoso Apollo, que estaba situado en el corazón de Harlem, el barrio de Nueva York donde el 95% de las personas eran africano-americanas, no permitió la entrada a personas negras hasta 1937, mientras que el Cotton Club, también en Harlem, sólo les permitía sentarse en el gallinero, dejando los mejores asientos reservados para personas blancas. Después de la Segunda Guerra Mundial, la famosa sala Savoy, que era un lugar en el que negros y blancos compartían el mismo espacio, se vio forzada a cerrar porque se acusó a las personas negras de transmitir enfermedades a los blancos. Es escandaloso que Estados Unidos enviara a Europa a sus soldados a luchar contra el fascismo y no luchara contra el supremacismo y el racismo que imperaba en casa. La situación era incluso peor en el Sur de Estados Unidos; Duke Ellington, el compositor más talentoso de la historia del Jazz, tenía que dormir en trenes y autobuses junto con su banda, dado que no era bienvenido en los propios hoteles donde actuaba, debido al color de su piel. Más tarde, en los años 50, el Rock’n’Roll se hizo popular en el mundo gracias a artistas como Elvis Presley, Carl Perkins y Bill Halley, que se hicieron millonarios gracias a la música, mientras que los verdaderos creadores del estilo, como Chuck Berry, Louis Jordan, Little Richard y Big Mama Thornton no eran apenas reconocidos ni pagados por su trabajo.

 

 

Como bailarín y difusor a mi escala, del Lindy Hop, me pregunto si estoy, de alguna manera, repitiendo el mismo patrón, si estoy ignorando el origen de este baile… Muchos grandes bailarines actuales intentan adaptar el Lindy Hop y el Blues Dancing a sus conocimientos personales de otros bailes. ¿Es algo aceptable desde el punto de vista cultural? ¿Dónde está la frontera? ¿Qué define lo que es Lindy Hop? Desde luego, es un tema muy complejo, o tal vez es más sencillo verlo como un tema complejo e ignorarlo por completo, como creo que me ha sucedido a mí mismo en muchas ocasiones.

Muchas veces me he preguntado por qué bailo este baile, por qué me gusta y qué es lo que me hace sentir… desde luego, ahora que conozco un poco más el origen del mismo y el contexto en el que evolucionó, todo adquiere un sentido más amplio. A ver si me explico: creo que para mí y para mi motivación personal, ha sido importante conocer su historia. Todos sabemos, más o menos, que muchos de los movimientos que hacemos vienen de África. Aún podemos reconocer algunos de ellos en nuestro Lindy Hop, movimientos creados por niños imitando animales y situaciones cotidianas en África. Allí se bailaba y se baila para celebrar momentos felices en su vida. Sin embargo, en las plantaciones del sur de Estados Unidos, el baile era lo que ayudaba a los esclavos a lidiar con la situación en la que se hallaban forzados a estar. Era también una manera de comunicarse los unos con los otros porque en muchos casos eran separados al llegar de las otras personas de su misma comunidad, por lo  que normalmente no se podían hablar entre ellos. Así que mediante la danza y la música expresaban alegría, aunque también tristeza y frustración.

En torno a 1910 las cosas comenzaron a cambiar en el país cuando más de 50.000 africanos americanos empezaron a emigrar hacia el norte, buscando una vida mejor y también escapar de la opresión que vivían en el sur. Estos fueron los primeros, pero en los años 20 el movimiento migratorio fue enorme y llevó a miles y miles de africanos-americanos hacia las grandes ciudades del norte, como son Nueva York, Chicago y Filadelfia. Alquilar un piso en esas ciudades era muy complicado para ellos, dado que los propietarios blancos no querían alquilar sus apartamentos a inquilinos negros, por lo que los precios de los alquileres subieron de forma desproporcionada. Muchas personas, para tratar de poder permitirse el pago del alquiler, organizaban las llamadas “Rent Parties”. Una Rent Party era un evento privado que se celebraba en un piso pequeño y donde los asistentes bailaban Blues y donaban algo de dinero para ayudar al inquilino En ese tiempo el Blues Dancing era una mezcla de movimientos como el grind, el mooche y el mess around. Las Rent Parties evocaban el espíritu de las reuniones de los esclavos en las plantaciones, un lugar donde encontrarse y divertirse, pero también una vía de escape para una vida complicada. En comparación, los festivales actuales de Blues se celebran en grandes salones y atraen a cientos de personas. Algunos de ellos cuestan más de 200 euros, un precio que la mayoría de los africanos-americanos no pueden ni siquiera permitirse. Esta comparación me pone triste, y aunque me encanta ir a este tipo de festivales, me planteo y dudo si estoy haciendo bien fomentando algo tan alejado de su espíritu inicial y en muchos casos eventos que son en la práctica exclusivamente para los más privilegiados.

Por otro lado, muchas veces me he preguntado por qué no suelen verse apenas profesores o bailarines africano-americanos en la escena Swing o Blues. Muchas veces he pensado que tal vez sea que ya no estén interesados en estos bailes, que los hayan olvidado o cambiado por otros bailes. Así, gracias a los bailarines actuales, seguimos manteniendo estos bailes vivos… Este verano pasado estuve un par de semanas en Herräng, el evento de Lindy Hop más importante a nivel mundial. Allí coincidí con varios profesores africano-americanos y aproveché para comentar con ellos esta y alguna otra duda al respecto. Me moría de ganas de conocer su visión.

En general, todos ellos comentaban que el Lindy Hop era un baile que evolucionó en su día a la vez que la música fue cambiando. Efectivamente, era el baile de sus abuelos y abuelas, pero el baile como forma de arte fue evolucionando hasta llegar a los bailes relacionados con el universo del Hip Hop. Tal vez esto lo podemos ver en la evolución de un paso como el Charleston. Desde el Charleston de los años 20 se fue pasando al Charleston que se baila en Lindy Hop, después a movimientos en Rock’n’Roll y luego a pasos de Hip Hop. Tal vez no sean exactamente el mismo baile, pero en el fondo, su ímpetu y la razón por la que fueron creados son exactamente lo mismo. Todos los bailes africano-americanos tienen un espíritu inclusivo, están fuertemente arraigados en las raíces africanas, de tal manera que bailas según sientes, lo que la música te transmite, dependiendo de cómo te encuentres en ese momento y ofreciendo a los demás lo que puedas ofrecer. Se bailan desde el corazón, al igual que el Jazz se interpreta o se canta desde el corazón. La música adquiere mucho más sentido si intentas imaginar cómo se sentía la persona que la escribió, o que la interpretó, o cuando te preguntas sobre los motivos por los que la escribió, o el contexto en el que fue creada. Ahora entiendo por qué el Lindy Hop y el Blues me apasionan tanto…me conecto con la música y según me sienta me muevo de una manera o de otra. Puedo estar triste o puedo estar feliz, puedo celebrar algo o puedo estar sencillamente evadiéndome de algo que me preocupa, puedo acordarme de alguien especial o echar de menos a alguien que ha fallecido. Hay canciones con las que conecto y canciones con las que no, por eso, como muchas veces comento, intento bailar sólo las canciones con las que resuene por dentro.

 

Volviendo a mi duda sobre el interés de los afroamericanos en el Lindy Hop en la actualidad, en Herräng descubrí que parte de las personas jóvenes de la comunidad negra están tan desconectados hoy día con el Jazz, que piensan que el Lindy Hop es un baile de blancos que se baila en bodas de blancos y en anuncios de televisión. Esta situación se ha ido cocinando durante décadas por los medios de comunicación que han ensalzado a los blancos por encima de los africanos-americanos. Así tenemos el ejemplo de Elvis Presley, que muchas personas consideran el Rey del Rock’n’Roll, o Benny Goodman, en la época del Swing, que ensalzaban como “el Rey del Swing”.

También les pregunté su opinión sobre la organización de eventos de Lindy Hop como el mismo Herräng y en general para ellos lo más importante es reconocer y apreciar. Reconocer los orígenes del Lindy Hop, el Blues y el Hip Hop, señalar a sus creadores y no intentar cambiar el espíritu y la esencia de baile para adaptarlo a nuestro gusto.

En estas últimas dos semanas, he tenido también la suerte de compartir más de diez horas de charla por Skype con Odysseus Bailer. Es un Lindy Hopper africano-americano, también bailarín de Blues, profesor y Dj que vive en Nueva York. Odysseus ha estado ayudándome a entender la historia y el contexto social de la cultura Africano-americana, la segregación, el blues y la música jazz y el Blues y el Swing Dancing. Uno de los temas que tocamos en nuestras conversaciones fue la imagen que tenemos de la Era del Swing. Aparentemente era un tiempo de alegría y diversión donde no importaba tu color de piel siempre y cuando supieras bailar. Frankie Manning, el Embajador del Swing y la persona que creó el primer paso aéreo, difundió esta idea. Sin embargo, después de hablar con Odysseus y con otros miembros africano-americanos de la escena Swing y Blues, el lema “no importaba la raza a la que pertenecieras, lo único que importaba era si eras bueno bailando” no es una idea que compartieran otros bailarines negros de la época o del presente. Norma Miller era una de esas personas que insistía en incluir y en hablar de la injusticia social que ella y sus compañeros africanos-americanos tuvieron que sufrir durante la segregación. Leyendo su biografía puedes sentir su frustración y rabia en muchos momentos. Ella realmente amaba el baile, amaba lo que estaba haciendo, pero era muy consciente de que ser negra no era en absoluto lo mismo que ser blanca.

En relación a enseñar Lindy y Blues, a Odysseus le encantaría ver que los profes de Lindy Hop y de Blues buscan un equilibrio entre enseñar el baile de forma técnica y enseñarlo desde una perspectiva cultural africana-americana. Enseñar el baile desde la conexión personal del profesor con la música y con la danza. Enseñar este baile desde el corazón y no tanto desde la cabeza. Para Odysseus, imitar los movimientos y el estilo de los bailarines del Savoy no capta la esencia y el espíritu de la  cultura Africano-americana que originaron esta música y esta forma de bailarla. Más claramente, no le gusta la idea de profesores internacionales blancos intentando bailar como africano-americanos porque eso es, para él, la definición de apropiación cultural. Lo que le gustaría a Odysseus es que los profesores realmente hicieran el esfuerzo de entender su cultura y lo que su comunidad ha tenido que pasar durante la Historia de los Estados Unidos. Esa es la manera de entender lo que hace a este baile tan atractivo e inclusivo para personas de todo tipo de orígenes. Preservar el Lindy Hop es más que intentar ser una copia a carboncillo de cómo los bailarines se movían en los años 20, 30 y 40. Citando literalmente a Odysseus, “La música Blues y Jazz y el Blues y Swing Dancing es una forma de arte que está viva, que respira, que evoluciona”. Esta es la razón por la que Odysseus y otros bailarines están presionando para incluir a más Africanos-americanos como profesores o Djs en festivales alrededor de todo el mundo. Recibir clase de un africano-americano puede proporcionar una comprensión más amplia y completa de la relación de la música, el baile y la cultura con los sentimientos y el lenguaje corporal.

El autor, en el Zaraswing Festival. Foto de Sara Pista.

Después de este viaje a través de la percepción de profesores y bailarines africanos-americanos y de lo que he podido leer o ver en documentales, me siento más motivado que nunca a seguir bailando Lindy Hop y Blues. He entendido que en cierto modo Lindy Hop, Blues Dancing y Hip Hop son etiquetas que describen un concepto más amplio, una manera de moverte, de sentir la música que los que no pertenecemos a la cultura africana-americana probablemente no vamos a terminar de aprender nunca del todo. Sin embargo siento que he llegado a una capa más profunda, más allá de los pasos y de los ritmos, que me ha conectado con una comunidad que ha sufrido durante siglos una opresión brutal, pero que la ha sabido canalizar en una forma de arte maravillosa a través de la música y del baile. Creo que hay que tratar cualquier tema relacionado con una cultura tan oprimida con un enorme respeto, reconocimiento y amor. El Lindy Hop y el Blues Dancing me envuelven y me acompañan en todo lo bueno y en todo lo malo que hay en mi vida, porque lo bailo directamente desde el corazón.

Esta ha sido mi experiencia y la quería compartir con todo el mundo.