El músico del mes: Mary Lou Williams

El músico del mes: Mary Lou Williams

Este mes vamos a centrarnos en la figura de Mary Lou Williams. En un tiempo (primera mitad de siglo XX), en el que el mundo de la música estaba prácticamente acotado a instrumentistas masculinos, destaca la figura de Mary Lou, brillante pianista y la primera mujer en ser clasificada entre los mejores músicos de jazz, que hasta el momento solo eran hombres.

Williams fue una pianista de excepción, con una creatividad impresionante y una capacidad musical revolucionaria, que pasó por todos los estilos jazzísticos de su época, desde el swing hasta el más innovador y rompedor como fue el free. Su capacidad musical fue desbordante, bebiendo siempre en las fuentes del blues y dejándonos, además de sus propias composiciones, unos arreglos de un talento y una técnica de primera magnitud.

Mary Lou Williams fue una importante contribuyente a todos los aspectos del jazz.

Nacida en 1910 en Atlanta con el nombre de Mary Elfrieda Scruggs, empezó a tocar el piano bien pequeña, a la edad de 3 años, y ya con 6 y 7 años amenizaba las tardes tocando en residencias aledañas para conseguir algo de dinero para ayudar a su familia. Se le conocía como “La pequeña niña del piano del East Liberty”. Como anécdota de aquella época cuentan que “logró que sus vecinos dejaran de arrojar ladrillos a su casa dándoles conciertos privados. La madre de Williams no sabía por qué los vecinos habían dejado de aterrorizar a su familia hasta que la joven Mary Lou se rompió el brazo. Sus conciertos cesaron repentinamente y los vecinos vinieron a preguntar dónde se había ido la música.” (Jazz Oral History Project de Rutgers Institute of Jazz Studies).

Con tan sólo 15 años ya se dedicaba en exclusiva a la música y fue entonces cuando debutó profesionalmente junto a Duke Ellington. Un año después contrajo matrimonio con otro músico, el saxofonista John Williams, de quien tomó el apellido.

A los 19 años, Mary Lou y su esposo se unieron en la banda de otro excepcional músico, Andy Kirk. Este hecho obligó a Mary Lou a abandonar su formación para convertirse en la chofer de su marido. Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba fuera de los salones en el coche, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para que tocara un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el coche a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo que en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”. Williams era una experta en su instrumento y todo lo que aparentemente “le faltaba” por no ser un hombre lo compensaba en el escenario. Su habilidad musical le permitió ganarse el respeto de muchos hombres, tanto dentro como fuera de la comunidad del jazz. A menudo tuvo que legitimar su lugar en el escenario mediante una demostración de su habilidad musical. Simplemente porque era una mujer, los hombres de su campo no esperaban que tuviera habilidades equivalentes a las de un hombre. El lugar culturalmente apropiado para Mary Lou no era el escenario, sino el hogar. Mary Lou rompió los roles de género culturalmente apropiados al perseguir su música en lugar de la maternidad.

 

Andy Kirk And His Twelve Clouds of Joy, incluida Mary Lou Williams (en el piano), en 1940.

Con este conjunto, Mary Lou pudo desplegar su virtuosismo y consolidarse como una extraordinaria arreglista y alma máter de la banda. Simultáneamente, compuso obras para músicos que ya brillaban en la escena jazz, como Jimmie Lunceford, Louis Armstrong, Earl Hines, Tommy Dorsey y Benny Goodman. Entre sus composiciones más famosas se encuentran “Walkin’ and Swingin’”, “The Lady Who Swings The Band”, “Roll ‘Em”, “Camel Hop” y “Trumpet No End”.

Durante los 12 años que estuvo junto a Andy Kirk and His Twelve Joys Of Cloud, Mary Lou Williams fue el mayor talento instrumentista femenino del jazz, ayudó a desarrollar el sonido swing de Kansas City de la década de 1930 y su estilo contribuyó a tender puentes con el swing y el jazz moderno, y a la aparición del bebop..

Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió abandonar la banda de Andy Kirk y partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema. En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición mucho más personal y extensa. En 1945 grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió en el acto principal del Café Society y fue una clara mentora de los innovadores más famosos de la generación bebopper. Su apartamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían un nombre como Thelonius Monk, Charlie Parker y Dizzy Gillespie.

Dizzy Gillespie, Tadd Dameron, Hank Jones, Milt Orent, Dixie Bailey y Jack Teagarden en el apartamento de Mary Lou Williams. New York 1947.

A principio de los 50, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes de jazz. El recibimiento fue tan cálido que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que hasta nombraron uno en su honor: Chez Mary Lou.

Sin embargo, poco más tarde acabó esta etapa. Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. “Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50$. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el suelo para que ellos pudieran vivir en mi apartamento de Harlem”. Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.

El jazz ayudó a Williams a mantenerse con vida: había mantenido a raya a sus vecinos racistas, ayudó a pagar las facturas de su familia, la llevó por todo el país y cruzó el Atlántico hasta Europa. Pero el jazz, al parecer, también la estaba matando, así que decidió tomarse un tiempo para centrarse en su parte más espiritual e intentar ayudar a la comunidad.

Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Mary Lou Williams se convirtió al catolicismo y sus trabajos durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro. Williams compuso una serie de obras religiosas a su regreso. El primero se llamó “Cristo Negro de los Andes”, una obra coral inquietante en honor al santo peruano San Martín de Porres. Posteriormente, grabó “Music for Peace” (1970), una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969. Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz de la historia en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975, ante una multitud de miles de personas.

Williams también continuó con conciertos en los clubes de jazz de la ciudad. Y durante este período, Williams dedicó una gran cantidad de energía a tratar de transmitir una historia precisa del jazz al público estadounidense. Ella era conocida por distribuir un “Árbol del Jazz” ilustrado, que trazaba una línea directa, en el tronco de un árbol, desde el sufrimiento de la esclavitud a los espirituales, Ragtime, Kansas City Swing y luego Be-bop. Enseñó jazz a niños de la escuela y más tarde fue nombrada, primero, miembro de la facultad de la Universidad de Massachusetts, y en 1977, de la facultad de la Universidad de Duke, donde dedicó sus últimos años a enseñar jazz como lo había hecho anteriormente en su apartamento de Harlem.

Árbol del jazz de Mary Lou Williams

Al final de su vida, Williams batalló contra un cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y finalmente falleció en 1981, dejando incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada “The History of Jazz”.

Hasta aquí la apasionante vida de una mujer y músico excepcional, volcada en la transmisión y desarrollo del jazz, y capaz de unir la parte sagrada y artística del jazz como herramienta de servicio y ayuda a la comunidad. Como la propia Mary Lou dijo en una entrevista en el New York Post “Los estadounidenses no se dan cuenta de lo importante que es el jazz”. “Es sanador para el alma. Debe tocarse en todas partes: en iglesias, clubes nocturnos, en todas partes. Tenemos que usar todos los lugares que podamos. ”

A continuación os dejamos una playlist con parte de su obra, en la que puedes encontrar no solo swing sino también otros registros jazz mucho mas personales de Mary Lou Williams.